viernes, 3 de octubre de 2014

Emprendiendo un sueño en un eterno desvelo

Mi noche, tu noche, nuestra noche, la noche de todos. Soñando, volando, buscando, emprendiendo vuelos en sueños que no existen, un desvelo que no tiene fin, las almohadas son mis enemigas, las sábanas me envuelven con furia y las frazadas ahogan mis pensamientos. Por eso sueño, sueño en el desvelo, sueño con ojos entreabiertos, sueño despierto. Sueño que vuelo hacia tierras donde Morfeo está extinto, tierras lejanas donde los sueños son las realidades, y las realidades son sólo tristes pesadillas. Sueño. ¿Por qué sueño? ¿Por qué me quitas el sueño? Quizá al principio me lo quitabas, ahora simplemente te lo doy, porque me gusta soñarte, verte cuando no se puede. Sueño y escribo. Escribo y sueño. Letras que reflejan mis más profundos sueños, mis mundos más ocultos, mis divagaciones más certeras, mis mentiras verdaderas. Y sueño. Los ojos siguen entreabiertos y veo el alba, siento que el tiempo ha volado como si hubiera leído las páginas de un libro, pero sólo estaba allí, soñándote, leyendo nuestro libro, nuestra historia, nuestro viaje de ida y de vuelta hacia la luna montados en un caracol. Soñar... Soñar despierto, emprendido en medio de este desvelo sin fin, de ojeras que parecen toboganes, cascadas, fozas o grandes lagunas de recuerdos, de extrañarte, de soñarte. ¿Quién me manda a tanto? ¿Quién? Pero aquí estoy, entre un mediodía y un atardecer, soñando en mi eterno desvelo de tus recuerdos...

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