El paisaje se nubla aún más, tanto
que en las casas la luz se extinguió, el golpe fuerte de las gotas
terminaron por cortar algunos cables de los armados eléctricos más
importantes del sector. He aquí que comienza mi historia, con un
fondo más terrible que la soledad de un ser humano, más terrible
que la tristeza de perder algún objeto preciado, pensar que es tan
terrible, llega a irritarme.
Salgo a la calle, pues la oscuridad de
mi casa me aterra, es como la soledad asechando mi alma. Tenía
cuatro posibles direcciones: el centro comercial, el centro de la
ciudad, la playa o el cerro. Me decido por la segunda, pues en el
comercio tampoco hay luz, la playa sería fría junto con este
aterrador clima y en el cerro se disputa un partido de fútbol que no
va bien para los locales según los comentaristas de la radio.
Mientras voy de camino a mi objetivo,
veo pasar a una chica, la observo con detenimiento y es una
excompañera de la escuela primaria, la verdad no sé si saludarla,
capaz que ni se acuerda de mí. Así, mientras pienso cuál será mi
próximo paso, ella toma la iniciativa y me saluda. No sé que hacer,
ahora solo hay preguntas en mi materia gris, pero es así como inicia
una conversación, que la verdad, puede ser interesante:
- Hola, tanto tiempo, ¿cómo has estado?
- Bien, vaya sorpresa encontrarte, ¿qué haces por acá en Viña?
- Eh, la verdad, nada, estaba de paseo. No hay mucha gente cuando llueve, pero a mí me gusta
- ¿Te gusta esta lluvia? Increíble. Yo la encuentro fría, amarga y quizá algo oscura
- Depende de como la veas es el juicio que emitirás sobre ella
- ¿Cómo?
- Oh, lo siento, seguiría conversando pero ahí viene el colectivo, adiós.
- Pero...espera, ya bueno, hasta pronto
Ella se sube al vehículo y me agita la
mano en señal de despedida del otro lado de la ventana. También
agito la mano y pienso que mi cara refleja dudas, cómo sería capaz
de ver esta lluvia con otros ojos, es difícil, pero seguiré
caminando, en una de esas, encuentre la respuesta.
Doblo a la esquina y sigo caminando,
solo veo carteles de notarías, librerías, clubes nocturnos, bancos,
bares, entre otros tipos de locales comerciales, apagados y sus
puertas cerradas. Curiosamente alcanzo a divisar una librería poco
común abierta, me dirijo hacia ella hasta que me topo con su puerta.
He aquí que comienza el dilema de entrar o no entrar. Decido entrar,
solo veo estanterías vacías y una repleta de libros, en el
mostrador, solo una persona que me mira con cara de asombro y con un
gesto que refleja lo extrañado que está al ver un posible cliente.
Me acerco para saludarle, mientras él por su parte toma un libro que
parecía tener guardado y antes de que yo consiga darle la mano en
señal de saludo, él coloca ese libro en mi mano. Casi me caigo del
susto, no creí que haría tal acción, me recupero de la sorpresa y
paso a observar el título del libro, “Más que un carpintero”.
Recuerdo haber visto este título antes, pero no sé donde:
- Oiga, ¿qué, qué es esto? ¿para qué me da este libro?
- Tómelo gratis, ve, debes volver a casa, siéntate y lee el libro
- Un segundo...
El tipo desapareció detrás de una
puerta, intento abrirla, pero no puedo. Lo mejor que podría hacer
ahora es hacer lo que este sujeto me ha dicho, no tengo más remedio.
Luego de tomar un taxi afuera de ese
extraño local, llegué a mi casa. Abro la puerta y tomo el libro,
prendo una vela y comienzo a leer.
Me sorprendo bastante a medida que
pasan los minutos y sigo leyendo, un texto que describe tan
detalladamente a Jesús, su carácter, su identidad. Pasadas unas
horas, terminé el libro, me siento a orar a mi Padre que está en el
cielo, y que quiero que more en mi corazón:
"Glorioso Señor, he leído y
comprendido tu misión para este mundo, quién eres y por qué
viniste a mezclarte entre nosotros. Te doy gracias por tu sacrificio,
por la salvación y por tu amor. Vive en mí y permíteme cada día
reflejarte un poco más. Ahora entiendo lo que mi excompañera quiso
decirme, y Tú eres el punto de vista que hace que pueda ver el sol
aún en medio de la oscuridad. Perdóname y acompáñame cada día a
estar cerca de Ti. Gracias por tu amor y tu bendición. En el nombre
de Jesús. Amén."
Tan pronto termino
de pronunciar la última silaba de mi oración, la luz comienza a
volver, el cielo se despeja y para de llover de golpe, este es el
momento más gozoso en mi vida, no puede haber otro. Ahora recuerdo
que cuando era pequeño vi el título de ese libro, cuando asistía a
la escuela dominical en la iglesia de mi abuela. También recuerdo
ese pasaje bíblico que dice que hay fiesta en los cielos cuando un
pecador se arrepiente. Me coloco en dirección a la cocina, tomo un
trozo de pan y lo parto en dos, me corto un par de rodajas de tomate,
unas hojas de lechuga, una lámina de queso y otra de jamón. Me como
al sandwich acompañado de una taza de café bien caliente y me voy a
dormir. Total este día no pudo haber sido mejor, me reconcilié con
quién más me puede amar en esta vida, mi Papá, mi Señor, mi Dios.