lunes, 8 de septiembre de 2014

Charlando con la sombra

Me siento a escribir unas líneas en medio de tanto trajín del día a día, tanto vaivén de ideas en la mente de este pequeño escritor deshidratado, golpeado por las circunstancias, por este destino cruel que desmorona todo alrededor. ¿Cómo definir la vida? No sé. Pero es algo hermoso, bastante hermoso. Las victorias y las derrotas tiñen la bella diversidad de los tintes que esta vida propone. Un camino bastante pedregoso y llano a la vez. Pero bueno, no me quiero detener en eso... Sólo quiero pensar, pensar que todo es color de rosas y la cotidianidad funciona como un reloj suizo. Pero no, no es así, nada puede ser tan perfecto cuando a seres humanos se refiere. Por eso volamos, volamos arriba de un gran acantilado que pareciera no tener fin, pero no hay que dejar de soñar, porque apenas paramos, caemos de golpe a la realidad (lo que no quiere decir que no haya que vivir con los pies sobre la Tierra). Simplemente vivimos, vivimos entre pasiones, entre alegrías y desilusiones. Estamos en una rueda que no se detiene y que va directamente a chocar contra paredes rígidas, hasta que nos damos cuenta y nos salimos de ella (lamento mucho por aquellos que no lograron escaparse a tiempo).
Tantos días de angustia, de problemas y desastres. Aunque todo esto no es motivo para echarse atrás o hundirse en lo desconocido, al contrario, motivo para echarse a andar y ser un agente para cambiar tan triste andar, darle sonrisas al Sol, regalar risas al opresor y recetar cosquillas a quien se oponga al calor de un abrazo. Llenémonos de gestos de cariño, de afecto, de cercanía antes que pensar en torturas, peleas o tiranías. Dejamos de sembrar amor para sembrar terror. Preferimos división antes que buscar una unión. Stop it! Es hora de reanimarse y volver a tratar de hacer la vida un lugar mejor...