jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Enseñar o Soñar?

Rescaté un cuentito de por ahí, se los comparto, espero que les guste. Saludos!

Otra mañana de día laboral, martes para ser exactos, incómodo en uno de los tantos asientos del micro, realmente ansioso por saber que será de mí en este nuevo día, los riesgos que correré, los errores que cometeré y todo lo que diré como lo que me guardaré. Mientras viajaba viendo el paisaje urbano llega el momento de bajar de un transporte para entrar en otro, el metro. El sueño corría por mis venas y se reflejaba en mis entrecerrados ojos de madrugada, con un celeste claro y brillante, profundo. Me subí al último vagón del metro, como de costumbre, no sé si será superstición, o buscaré la muerte esperando a que otro metro choque la parte trasera de este metro o simplemente tengo la ingenuidad de creer que estará menos lleno por ser el último. Saqué mis audífonos de la mochila y los conecté a mi reproductor de música, colocar una canción al azar con el modo aleatorio activado, presionar tres veces la tecla siguiente y desde ahí empezar a escuchar. Extrañamente apareció una canción que no había escuchado en mucho tiempo, Money for nothing de Dire Straits, en otros tiempos la consideraba una gran canción, pero ahora no puedo más que etiquetarla de “pasable” ya que preferiría escuchar a Mozart, Pink Floyd, Queen, Celine Dion o Ron Kenoly. Me mezclé con esa canción mientras leía el periódico que había comprado en la mañana en el paradero mientras esperaba el micro. “Esteban Rivera engaña por cuarta vez consecutiva a Stephanie Riveros”, decía la portada. Estoy demasiado cansado que cualquiera que sea el medio en que uno se informe, al menos una o dos noticias del mundo farandulero me encontraré. Aún así paso a la sección de cultura, deportes y entretenimiento, así veo el resultado de un par de partidos que me interesan, reviso alguna crítica hacia algún concierto o nuevo álbum de estudio y empiezo a programar mi panorama para el fin de semana, tratando de aprovecharlo lo más posible. Cuando de repente reviso esta última sección de interés y no deja de sorprenderme lo siguiente: “Nito Mestre y Charlie García se reúnen en una gira por Latinoamérica, este fin de semana estarán en la ciudad”, más abajo estaban los horarios, el lugar, el costo y todos esos detalles de interés. Bastante interesante podía ser ir a ver a esa mítica banda que fue Sui Generis, por allá a fines de los 60 y a principios de los 70 como también pensaba invitar a mi futura novia, y digo futura porque luego de un año de relación, recién está comenzando a asechar la idea de una futura boda. Luego de tan increíble hazaña de poder ver a esta banda luego de 40 años desde su separación, podría escribir un artículo para algún periódico a alguna revista de verdadera calidad, y recalco esto de la calidad porque realmente los diarios y revistas más actuales son solo farándula y fanatismo político, cuando la política en este país se ha vuelto de lo peor y deja a cualquiera con gusto a poco, queriendo algo mejor para la nación.
Últimamente la idea de volver a escribir ha rondado por mi cabeza. En lo personal, me gusta bastante, pero el hecho de estar trabajando en la escuela y la universidad, que mi pareja piensa que no me conviene más ahora que pensamos casarnos y eso involucra el gasto de mucho dinero y que el tiempo no me permite ni escribir 15 páginas para un libro en un solo mes, por ende escribiría un solo libro en más de 2 años, más la edición y que todo concuerde, ni podría llegar a estimar el tiempo que me tomaría tenerlo listo para publicar.
Fue así cuando repentinamente surgió la idea de enseñar a escribir, enseñar distintas estrategias que yo conozco y así podría ir construyendo mi nuevo libro mientras enseño a mis alumnos universitarios. Bueno, después de ingeniármelas para idear este plan de escritura, seguí leyendo mi periódico hasta que llegué a destino. Descendí del vagón del metro en dirección al museo, recogí unos libros y caminé un par de cuadras hasta llegar a la universidad, ahora es cuando aplicar mi plan.
Vi a mis alumnos y ahí comenzó la hazaña, mi primera clase de literatura, tenía solo dos meses disponibles para aplicar el taller, ya que el plan anual ya había finalizado y las últimas dos clases habían estado de vagos sin hacer nada así que mejor enseñarles algo nuevo y dejar de darles tiempo para no hacer nada.
Pasaron los años, fueron tres sino me equivoco, publiqué mi libro, estuvo buenísimo, se vendió bastante, me lo tradujeron a ocho idiomas y estuve una temporada en Londres, otra en París y una última en Tokio, haciendo una gira por mi libro. Volví a mi ciudad, me casé y compré una casa para los dos. Y bueno, volví a mi rutina de micros, últimos vagones y clases en la universidad, dejando en segundo plano ese año y medio de viajes, haciendo lo que más me gusta, enseñar.