miércoles, 13 de junio de 2012

Una mañana poco común...

La lluvia está fuerte, no cesa. El transporte público, igual que siempre para estos sucesos naturales, se muestra indiferente a los transeúntes que necesitan de ese servicio, muy pocos chóferes se mostraban dispuestos a parar frente a tal incontrolable lluvia.
Parado como un tonto, parecía estatua, observaba como pasaban muchos micros, ninguno me servía. Podía, naturalmente, caminar diez cuadras bajo la lluvia, pero ya estaba tarde, eran casi las nueve, y este día el horario de salida era a las cinco de la tarde. Las ganas no abundan cuando uno se pone a pensar en todos estos detalles, a proyectar el día. Lo malo sería que mañana tendría que estar pidiendo cuadernos para recuperar el día, solo dos, historia y matemáticas. Y bueno, la decisión fue clara, volver a casa. Con paraguas en mano me propuse a caminar. Entré a casa, mis padres todavía estaban ahí, mi madre por salir a trabajar y mi padre ya preparando el almuerzo.
Saludé y pasé a dejar la mochila en su lugar habitual, un rincón arriba de unas cajas contra la pared. El paraguas, por ahí fue a parar, en el patio.
Como no estaba en el colegio, ¿qué hacer? No tenía mucho ánimo de videojuegos ni escribir en ese instante. Recordé que debo leer un libro para el colegio, típicos controles de lecturas mensuales, en esta ocasión, "La metamorfosis" de Kafka. Según mi profesor actual en el área de lengua castellana "es un buen libro, es cortito, pero no es fácil de leer, hay que poner ojo en la interpretación". Es muy parecido a lo que nos dijo respecto al libro anterior, "El túnel" del latinoamericano nacido en Argentina, Sábato.
Un libro interesante, por lo menos las primeras treinta páginas me lo han hecho saber, una lectura emocionante, pero llegué a un punto donde buscaba un párrafo para dejar un rato inconclusa mi lectura, porque, como es típico de los que escriben, luego de leer un rato dan ganas de escribir, lo que sea, pero escribir algo, un cuento, una fábula, una reflexión, un poema, etcétera.
Prendí el notebook mientras buscaba el párrafo para concluir mi lectura, lo encontré y me centré en la idea de escribir. Veía como el computador se encendía, hasta que llegó a la clásica pantalla que veo todos los días, el gestor de arranque, ¿Ubuntu o Windows? Siempre para escribir o trabajar en algo elijo Ubuntu, pero recordé que la noche anterior me puse a jugar Pro Evolution Soccer, así que elegí Windows para escribir, publicar y luego apagar la máquina o jugarme unos partidos de Liga en el PES.
Y es así como transcurren muchas veces los días, dudamos que hacer, preguntas típicas como "¿cuál será mi próximo paso?", y se nos va la vida así, pero buscando siempre los buenos momentos para disfrutar.
Listo, he aquí mi escrito, expresar una mañana que ha sido poco común, por eso la comparto, porque para mí lo poco común es fascinante, me gusta disfrutar esos momentos donde la rutina se quiebra para abrir paso a nuevos horizontes, donde el arte, el conocimiento y el alma son libres para decidir que vendrá después sin seguir bastas listas de tareas diarias. Me despido, que estén bien y que tengan una buena semana
Saludos y hasta la próxima!

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