sábado, 8 de septiembre de 2018

Un exabrupto

Sociedad autodestructiva
Búsquedas sin objetivos
Resurrección de hechos pasados
Construcción de falsos mártires
Esto no es un partido de fútbol
Es un clásico de fútbol americano (si los hay)
En el que se quiebran y matan
Se olvidan de ideales, de ser humanos
Nadie dice basta
Quienes tienen la palabra
Solo avivan la llama permanente
De una pugna constante, viviente
Y nadie dice basta
Gobernantes, líderes, personas
incompetentes,
inoperantes,
corruptos
Hechos que son como estas líneas
Un exabrupto


jueves, 19 de octubre de 2017

El blues de mi alma

Estoy sentado, oyendo mi jazz, bebiendo literatura. ¿Qué haré sino divagar entre estas crípticas líneas? Crípticas por depositar en ellas los secretos de lo cotidiano, los secretos deseos de despojarme de estas cadenas y volver a emprender vuelo. Deposito en ellas la más profunda tristeza, ¿será el jazz? ¿será la inconformidad? ¿será, simplemente, la vida y sus bromas de mal gusto? No sé. Por eso divago. Exploro, busco, indago, me mezclo con mis recuerdos, mis deseos, me abandono, y vuelvo, vuelvo a esta realidad. Otro trago de literatura, otro trago de whisky, otro acorde melancólico de aquel jazz que resuena en mi mente. ¿Qué hacer sino huir y volver a ser feliz? ¿Qué hacer sino escupir para arriba y volver a sufrir? ¿Qué hacer...? ¿Qué...?
Las desilusiones, las broncas, me hielan, te hielan. Sientes su frío abrazador recorrerte de principio a fin, de pies a cabeza, llenar cada poro, cada célula. ¿Qué hacer...?
Escupo mi rabia, mis tristezas, mis desilusiones, mis amarguras, las escupo en estas letras. Ya no hay luces y todo ha oscurecido, todo se corrobora según las leyendas que había escuchado en mi juventud. La fría jarra de agua chocar con mi rostro y derramar la verdad, esa que brilla delante de ti, potente y transparente, y que no quieres mirar. Su luz te ciega, te quema, ¡te duele! La verdad duele.
Otro trago, y otro, y otro, y otro, y otro, y otro, y otro... y ya no sé cuántos van.
Así como no sé cuánto tiempo llevo acá, cayendo en la espiral de la mentira que me abofeteó tanto tiempo, y que no quise mirar a la cara. ¿Qué hacer...?
Una vez más doy un trago, se acabó, se acabó de una vez como estas líneas que sufrí, pero que ahora sello para siempre en mis recuerdos de aquello que fue, que viví, pero que no quiero volver a sentir. ¡Se acabó! ¿Se acabó? ¿Qué hacer...?

lunes, 20 de marzo de 2017

Memorias y herencia

Noche, dulce noche
Amarga noche
Melancólica noche

Días recordando tu presencia
Por las veredas que antes recorrieras
Cómo olvidarte, cómo no recordarte
Extrañar tu esencia
Tu consejo eficaz
Aquel paternal soporte

Tiempo ha pasado, sí
¿Pero qué es el tiempo?
Esa arena cayendo por el reloj
Un reloj distante
Un reloj que mortifica
Un reloj distinto para tu alma
Para la mía

Recuerdos detrás de las ventanas
En tus padres las canas
En tus amigos arrugas
En tus hijos la herencia dormida

Oh, noche
Oh, día
¿Qué hacer por estas vías?
Vías de dolor y de esperanza
De muerte, y de nueva vida

jueves, 19 de enero de 2017

A veces

Es fácil pensar la vida en rosados colores
Fácil hacerse a la idea de floreados pastos
Fácil mirarte y fingir que todo ha cambiado
Difícil aceptar, a veces, que nos hemos estancado
Cayendo en picada hacia el cielo, a veces
Chocando con paredes de arena, a veces
Ahogándome en vasos de tequila llenos de agua
A veces
A veces
A veces pienso, y otras no tanto
Pero escribo siempre, no, también a veces
La mano cada vez más tiesa con el paso de los años
Con la llegada de la experiencia
Con las ideas enclaustradas
Con los sueños vencidos
Las promesas caducadas
A veces, a veces me leo y me desconozco
Un pequeño soñador y esperanzado
Un adolescente lleno de fuego y apasionado
Hoy, otro joven, triste y avejentado
A veces estoy, a veces ausente
Así como aquel momento en que estabas presente
Y a veces, a veces te miro a los ojos
Me reflejo
Te leo
Me lees
Y puedo sentir a aquel niño fuerte
Soñador y triunfante
Renovar a este joven ausente
Pero
Solo
A veces

martes, 25 de octubre de 2016

Cansado (léase: Esperanzado)

Me he cansado de la puta hipocresía
De luchar por mis sueños cada día
Me he cansado de estar aquí mirando
Aquellos cientos de entes por la acera caminando
Me cansé de ser inerte, de jugar a la suerte
De seguir adelante, de esperarte, de tenerte
De estar espectante al momento en que decidas luchar
De tomar las acciones, de cambiar y no solo marchar
Me cansé de levantarme y leer en el diario lo mismo
Que humillación, muertes, maltratos, condimentados de cinismo
Me cansé de mirarme al espejo y catalogarme inútil
De soñar que en un aula, frente a tantos, sería útil
Me cansé de quejarme detrás de un teclado
Me cansé de mirar el cielo en el pasto echado
Me cansé de toda esta realidad, de estas luchas sin unión
De mirarte hablar del colectivo, cuando pensás solo en vos
Me cansé, y aquí me lees, uno más de todo lo anterior
Solo espero que aquel aula sea un buen reflejo del interior
De miles de almas trastocadas anhelando el cambio
Ese cambio que empieza en nosotros; sí, vos y yo

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Sentir; vivir; morir

Camino, escribo; escribo, camino. Sentado en el escritorio del desván, camino. Sentado, quieto, pero camino. Mi muñeca danza, la mente vuela, el texto nace, y el amor ya no se queja. Y camino. Pasa la vida frente a mi ventana, desde aquí veo a los nenes jugar en la plaza, veo la pelota volar hacia el techo de una casa, veo la tinta depositarse sobre las hojas, y camino. Me canso de caminar, y comienzo a trotar, luego a correr. El mundo gira a mi alrededor, pero está quieto; me mira con sus ojos ciegos, ¿me mira realmente? Yo lo veo, no sé si él. Me siento en el infierno de Descartes, y no sé si lo veo, pero creo verlo; dejé de correr, camino. Me cansé, miré alrededor mientras camino, el tiempo pareciera estar quieto, silencioso, vigilante, pero da igual, yo camino. Veo hacia el pasado, veo lo que voy dejando al caminar, fotografío las realidades que me invento al caminar, los rostros de amigos, de amigas, de paisajes, de casas, mis hogares. Veo tu rostro, me enamoro. Siento el viento, no veo su procedencia, ni su destino, mas yo camino. Me aventuro en lo seguro, en lo inseguro; en lo estable, lo inestable; en lo visible, y lo invisible. Te extraño, me extraño. Camino, y me encuentro con mi yo pasado, nos reímos, juntos lloramos, nos lamentamos, nos animamos. Reflexionamos, nos despedimos y, en direcciones opuestas, caminamos. Te busco, ya no caminas, miro el tiempo, ya no es el mismo; me jugó una trampa: corrió mientras yo solo caminaba. Si hay hijos, no lo sé; miraba otras cosas mientras caminé, perdí tu rostro, te idealicé, me frustré, recorrí el último trecho, y yaciendo te encontré. Te miré, me enamoré. Dejé de caminar, mis latidos sincronicé, me recosté. Contigo siempre ahora descansaré.

jueves, 8 de octubre de 2015

Desde las altas cumbres escribo para ti

Un día viajaba yo, por las altas montañas viajaba, recordaba yo tu amor, que en casa me esperaba. Poco sabías, mi amor, de mi paradero. Créeme que aún menos sabía yo.
Entre los pastizales de las más altas cumbres, a pensar me puse: tan joven soy y tan amante, tan cerca del calor de tu corazón y aquí tan distante, tanto te amo yo y aquí sin poder besarte.
Recordé que te gustaba que escribiera, que te escribiera. Acá estoy, contemplando este verde y florido paisaje, ese río descendiendo desde la punta nevada, "que hermoso contraste invierno primaveral", pensé.
(Te dije que antes de clavar la punta de mi lápiz otra vez, me inspiraría bien. Entonces me moví hasta estos tranquilos paisajes).
Saco de mi bolsito viajero este bloc, un bloc de notas común y silvestre para retratar estas cosas, que para ti, hay en mi mente.
(Y no hay nada peor, justo cuando empezaba a inspirarme, el lápiz se agotó, tanto que ni el fuego derritió la tinta que restaba para dedicarte algunas palabras, pero no hay buen escritor tan precavido que traiga otra lapicera o su recarga. Y vuelvo a las canchas).
Empezaré por decirte que te extraño, más de lo que puedes imaginar, o más de lo que crees que yo puedo extrañar. Sí, tu aroma, la caricia de tus cabellos, la intimidad de nuestras miradas, el calor de tus besos en mi cuello, la soltura y el ritmo de nuestros cuerpos. Extraño tu risa, la dulzura con que miras, el amor que transmites al hablar y esos eternos abrazos que nos echan a volar.
Es cierto, despertaría cada mañana y me acostaría cada noche sabiendo que comparto mi vida con la Dulcinea amada. No por ideales, caprichos, ansiedades, sino por compartir, por regalar, mis días a quien tanto amé, amo, amaré.
Le echan la culpa a Hollywood por soñar en amores sin fin, prácticamente ideales, pero ¿no lo hace García Márquez al recordar, al retratar, a sus padres? ¿no es la ficción una mera copia impregnada de realidades? No son amores sin fin, son amores que nacen al despertar y mueren al dormir, se renuevan cada mañana al decidir nuevamente por ti, por mí. Que burdo pensar en Adam Sandler y "como si fuera la primera vez", pero es así, despertar y recordar por un momento todo lo que ha acontecido hacia atrás, darte cuenta que estás al lado de quien amas de verdad.
Pensar en un futuro, quizás no ideal, no perfecto, nada de colores rosas, pero en una familia con un núcleo de amor, unidos al son, luchando juntos por ser mejor. Soñar...
Es hora ya, creo que te he de faltar, no esperes más. Desconecto mi alma de este tranquilo lugar y corro a ti, corro a tus brazos, corro para que juntos podamos volar, podamos soñar.